COLABORACIÓN @BangDacy LI X MEI


Autora: Bárbara Usó Honrubia. 

Tiempo estimado de lectura: 50 min. 

Gmail: barbarauh1998@gmail.com 

*****************************************

              ~Me invitó a Londres~

                       *FlashBack*


L: ¿Te gustaría viajar a Londres conmigo este fin de semana? 


                *Fin del FlashBack*

Mei en este momento presente recuerda aún vívidamente esa invitación que recibió por parte de Li casi de forma más explícita que lo que se está mostrando ante sus ojos de manera tan natural. El jueves recibió la invitación de la profesora para llevar a cabo el viaje, y pese a que en un momento inicial tuvo sus dudas, acabó convenciéndose de que era la mejor idea que le habían propuesto nunca. La joven estudiante de posgrado nunca había tenido la oportunidad de viajar por ocio, en ningún momento se atrevería a afirmar que sus padres le dieron una infancia pésima, pero lo que sí que es cierto, es que eran personas muy ocupadas, de hecho, lo siguen siendo. Los pocos y cortos viajes que había hecho a lo largo de su vida, habían sido siempre para cumplir con obligaciones o acompañando a sus padres en viajes laborales por no poder quedarse sola debido a la corta edad que entonces tenía... a fin de cuentas, pese a su alegre carácter y sus ganas de comerse el mundo, jamás le habían ni se había permitido el lujo de disfrutar tanto como lo había hecho a lo largo de este fin de semana junto a Li.

Ahora mismo son pasadas las ocho de la tarde, y se encuentra tumbada en la cama que eligió en la habitación que comparte junto con la profesora, pues nada más llegaron, Li le ofreció escoger que cama prefería. En este preciso instante de tranquilidad que estaba sintiendo Mei en conjunto con el frío clima londinense que se comenzaba a colar en aquel alojamiento, hacía recuento de todas las interesantísimas actividades que había realizado con aquella mujer a la que secretamente le dedicaba un sentimiento que trascendía la plana admiración; rememorando momentos exactos en los que atisbó reciprocidad en ellos... Siente cosquilleos en el estómago cuando recuerda la visita al Museo de Historia de Londres, pues según la profesora, entender la historia era la base para comprender la ciencia contemporánea, recalcaba que ningún conocimiento moderno habría tenido cabida en nuestros días de no ser por el firme anclaje de nuestro pasado. La más joven, en ocasiones perdía un poco el hilo a raíz de tantas conclusiones que la profesora llegaba a sonsacar de cada espécimen que analizaba minuciosamente, "todo lo que ves aquí, más allá de ser restos biológicos fosilizados, es ciencia" -recuerda oír de los labios de Li-

Cada momento allí vivido, había sido sin excepción, especial. No obstante, y pese a lo interesante que habían sido las visitas a diversos museos, siempre rememorará con gran cariño las largas caminatas que se daban para alcanzar a visitar cada lugar. Vieron y visitaron lugares tan emblemáticos como el Big Ben o el Palacio de Buckingham, también atravesaron el Puente de la Torre y el Hyde Park. Además, ambas estuvieron de acuerdo a la hora de decir que no podían irse del país sin probar un plato de Fish and Chips ni de rendir homenaje a su famosísima hora del té, la cual llevaron a cabo en el Hyde Park aprovechando el paseo que por allí dieron, llevando en vez de una taza de té de porcelana, un vasito de cartón reciclable con té negro y leche que Li compró en un puestecito ambulante para turistas. Cuando la joven quiso darse cuenta, la profesora ya había adquirido esas bebidas, invitando a Mei a aquella merienda casi improvisada; quiso negarse y pagarle lo que costaba aquello, pero la más mayor se negó rotundamente alegando que quería tener un gesto amable con ella. En ese momento se percibió nerviosa, pues tenía entendido que este tipo de invitaciones eran solo típicas entre familiares o entre parejas... En dicho caso, no quiso adelantar acontecimientos, pero desde mucho antes de que le invitase al viaje, ya sentía un tipo de cosas que se le dificultaban expresar. Quiso luchar contra ello pensando que eran boberías suyas que nada tendrían que ver con la realidad, pero aún siendo completamente inexperta en las relaciones interpersonales que traspasan la amistad, veía en Li una serie de acciones tanto conscientes como inconscientes que le hacían plantearse si ella era la única a la que se le pasaban ese tipo de pensamientos por la mente. Siempre que sentía algún tipo de tensión extraña entre ellas, trataba de evadirla o esquivarla sacando temas de conversación absurdos y sin sentido con tal de desviar la atención de aquel foco que hasta desesperación le causaba sin saber por qué... ponía todo su empeño en analizar exactamente lo que le causaba notar cómo su pecho se retorcía, pero cada vez que notaba como la mirada de su admirada profesora se hundía en su ser, se desmoronaba todo esquema mental que su mente tratase de edificar.

¿Y por qué Mei está solitaria tendida sobre la cama de aquel hotel de cuatro estrellas? Es fácil responder a eso tan sólo poniendo un poco de atención en aquel ruido de agua cayendo que se escucha provenir del cuarto de baño. Tras un largo fin de semana, siendo hoy ya domingo, la profesora se estaba tomando una ducha después de haber hecho una temprana cena, pues al día siguiente a primerísima hora debían tomar un vuelo de regreso a sus hogares, por lo que en este día deberían de acostarse más pronto de lo que lo estaban haciendo en jornadas anteriores.

Un breve silencio se hace notar en toda la habitación después de oír como el grifo de la ducha se cerraba definitivamente; en cuanto la profesora saliese, sería su turno. Dicha quietud dura menos de un minuto antes de verse la puerta del baño abrirse, emergiendo de entre el vapor de agua aquella seductora dama ataviada tan sólo con una mediana toalla que no dejaba nada a la imaginación... Mei sentía como si se estuviese mareando viendo aquello, pues pese a que a lo largo de los días se habían estado duchando diariamente, nunca había advertido de lo que ante sus ojos se plantaba ya que siempre tenía la tendencia de apartar la mirada por educación.

L: Bueno señorita, te toca a tí. Trata de no demorarte demasiado, mañana tenemos que madrugar mucho.

M: S-sí, profesora Li.

Estando plantada en la puerta del baño, con toda la bruma que exhalaba el habitáculo y no llevando sus gafas puestas, la profesora era incapaz de ver exactamente que era lo que con tanta concentración miraba aquella jovencita. Sabía que le estaba mirando a ella, pero no adónde ni por qué razón.

L: ¿Te ocurre algo, Mei?

M: ¡N-no! Pe-perdona, ya me voy a la ducha. Con permiso.

Una extrañada Li se dirigió a su mesita de noche para colocarse sus gafas, pero para cuando ya las tenía puestas y había enfocado correctamente, la muchacha ya había cerrado la puerta del baño tras de sí. Mei, ya adentro, no puede parar de hiperventilar y de sonrojarse cada vez más...

Las toallas de aquel moderno hotel eran de tejido de microfibra, siendo mucho más finas y ligeras que las tradicionales de rizo, y eso precisamente es lo que analizaba con tanta meticulosidad, pues ya fuera por el contraste de temperatura entre la cálida ducha y la fría habitación, o porque la mente de la profesora divagaba a otros lares, vió en ese particular instante cómo se erectaban sus pezones bajo aquella prenda.

M: N-no puedo más...

Era la primera vez que veía algo así, y eso que la toalla le imposibilitaba atinar con su vista lo que realmente se hallaba debajo; no obstante, una fuerte excitación se apoderó de sus sentidos, nublando su mente y notando como si un tarro de miel se derramase por allí abajo... Su cuerpo comenzaba a reaccionar, y sus instintos, también... Pero no quiso propiciar nada ni ser incorrecta, por lo que se desvistió en disposición de tomarse una ducha todo lo más fría que soportase.

                   ***************

Mientras tanto, en el exterior del baño, concretamente sobre la cama de Li, se encontraba extendido el pijama que llevaría esa noche. Una suave vestimenta aterciopelada de un color grisáceo con tonalidades que oscilaban en ese mismo color, todo de manga larga y bien cálido para soportar aquel clima que, pese a encontrarse bien aislado por calefacción central, se seguía sintiendo gélido.
La profesora por su parte, tenía la cabeza disponible para pensar en más cosas más allá de sus obligaciones que la esperaban en su puesto de trabajo... Pensó en lo grata que fue la estancia en Londres junto a Mei, rememoró de igual manera todos los sitios visitados y las actividades planeadas, en particular, de ese momento en el Hyde Park en el que siendo completamente inconsciente, casi toma del brazo a su joven acompañante, acción que atendió detener en cuanto se percató de la misma. Sus pensamientos también eran un vaivén de emociones que, aún siendo bien conocidas a diferencia de Mei, le resultaban extrañas debido a su intensidad; pues no se negaba a sí misma que sentía un gran cariño por aquella estudiante ya graduada, pero jamás imaginó que trascendería a un deseo físico tan imparable como el que se hacía notar en su cuerpo desde que llegaron a tierras inglesas. Como era evidente, y dada su elevada experiencia, jamás revelaría un solo gesto que insinuase lo que sus instintos ya llevaban expresando durante días en su cuerpo, simplemente no era algo que estuviese en sus planes, por muchas ganas que tuviese de, secretamente, querer invadir territorio contrario en un combate de cuerpos encamados toda la noche.

L: Esto no va a estar por encima de mí, jamás lo ha estado ni lo estará -se decía para sí misma tratando de reafirmarse y de creer que ella podía controlarlo todo-.

Una vez con el pijama ya colocado, aprovechó la extraña demora de Mei en la ducha para ir recogiendo sus bártulos y haciendo la maleta para así evitar demoras en el día de mañana, "¿que estará haciendo en el baño que se demora tanto?" era lo que no dejaba de preguntarse, pues le fue muy clara a la hora de indicarle que no perdiese tiempo de sueño, pues el viaje sería largo y cansado; no obstante pensó que ella ya era lo suficientemente mayorcita como para saber si era correcto o no alargar tanto el baño... Y como si de una extraña conexión mental se tratase, oyó cerrarse el grifo y abrirse la mampara de la ducha, "en breves, saldrá" -pensó-.

Mei con el cuerpo completamente helado tras aquella gélida ducha que utilizó para calmar sus revoluciones, salió casi volando hacia su maleta para tomar el pijama más cálido que encontró. Tomó uno muy mullido de lana de color magenta con un dibujo de un simpático caracol bostezando bordado en el centro de la camiseta, miró fugazmente a la profesora y le sonrió con algo de vergüenza antes de regresar corriendo al baño para ponerse allí mismo la nocturna vestidura, gesticulación que le fue correspondida con su leve y típica sonrisa. Poco pasó hasta que salió de nuevo ya vestida, y aún sin saberlo, emuló lo que Li hizo; organizar rápidamente su maleta.

La profesora ya se encontraba estirada en su cama tapándose con un nórdico de plumas mirando desde lejos a aquella desorganizada jovencita mientras se aclimataba en el lecho; siempre le resultaba gracioso verla en esos estados de chistoso pánico.

L: Te dije que no te trajeras tanto equipaje, ahora te está resultando un incordio, ¿verdad?

M: ¡Sí! Pero lograré terminar de armarla en pocos minutos. Puedes ir apagando la luz si deseas dormir ya.

L: No te preocupes. Me esperaré a que termines.

En cuanto a las rápidas pudo doblar bien sus prendas y encajar sus útiles más o menos debidamente, corrió habitación arriba para apagar la luz, y corrió habitación abajo hasta aterrizar en su cama.

M: Buenas noches, profesora Li.

L: Buenas noches, Mei.

Li se dió la vuelta en su cama para tumbarse de lado dando la espalda a Mei, pues en esa postura solía conciliar rápidamente el sueño y despejar la mente de cualquier pensamiento inapropiado que invadiese su mente, para ella, todo esto se había salido demasiado de control, demasiado para su gusto. La joven, por su parte, se había quedado tiesa boca arriba en su cama. Trataba de ejecutar movimientos para entrar en calor, pero con ese clima y tras tan gélida ducha, era quimérico alcanzar una temperatura corporal más o menos normal. No dejaba de tiritar, sus dientes chasqueaban entre ellos y los temblores, más que disminuir, aumentaban. Y no cortos con eso, esa excitación que se hizo presente cuando vió a la profesora salir de la ducha tan ligera de prendas, no disminuyó en absoluto...

M: Pro-profesora L-Li... -dijo en voz baja para no sobresaltarla-.

L: ¿Hmm?

M: N-no importa... -decía tratando de no chasquear demasiado los dientes-

L: -desperezándose un poco- Es tarde Mei, dime...

M: T-tengo mu-mucho frío...

L: Hoy está siendo un día más frío de lo habitual. No puedo subir más la calefacción, y no hay más mantas disponibles. Quizás deba llamar a recepción para que nos suban una.

La profesora se levantó de la cama y se direccionó hacia el teléfono inalámbrico que había encima de la cómoda que se hallaba a los pies de su lecho, mirando de reojo y sin gafas a aquella congelada jovencita. Le pareció ver una expresión apenada en ella, frunció el ceño con tal de enfocarla mejor, pero al resultarle imposible por la oscuridad, retornó de nuevo a su mesita de noche para ponerse las gafas y mirarla fíjamente, pues temió que se hubiese enfermado. Al verla de nuevo y ahora ya con mejor calidad, pudo corroborar que en efecto tenía una expresión como afligida, cosa que le hizo preocuparse.

L: ¿Te encuentras bien, querida? ¿Quieres que avise a un médico?

M: N-no será necesario. S-sólo necesito calor corporal.

Sin esperarse esa repentina reacción de su cuerpo, Li notó de nuevo esa invasiva excitación poseerla, esa intrusa que cada vez con más fuerza se manifestaba cuando veía a aquella joven, sobretodo cuando la percibía indefensa o necesitada de algo. Un deseo se instauró en su mente, por razones desconocidas, quiso sentirla cerca...

L: ¿Quieres que me tumbe contigo un rato hasta que entres en calor?

Era como si una boca que no fuese la suya, hubiese pronunciado esas palabras... Realmente ella como ser consciente, no querría haber expresado eso; no obstante, sí como ser inconsciente, cosa que le causaba conflicto.

M: Por favor...

Ahí estaba de nuevo ese sentimiento protector que siempre debutaba cuando veía a una muchachita frágil, ver esa carita que le pedía auxilio le despertaba otro tipo de cosas que aún con gran deseo, prefirió sostener en sus adentros aunque otro tipo de sustancias no tuviesen ese poder de retención.

L: Está bien, déjame entrar.

El suave y cálido cuerpo de la profesora se adentraba en el congelado lecho de su compañera graduada. Mei sintió como su presencia la embriagaba conforme se acomodaba al lado suyo... Pero quería sentir su calor más cerca, incluso de otra manera si se diese ese milagro, así que estando boca arriba se volteó del lado derecho esperando que Li captase la indirecta y la abrazase por detrás hasta sentir ambos cuerpos fusionados.

L: Estás congelada, ¿te sientes bien?

M: Quizás poco a poco vaya entrando en calor... pero seguramente me cueste un poco, soy algo friolera.

Li quería evitar a toda costa un contacto demasiado cercano, pero lo que no podía hacer era dejar helarse a Mei por tratar de retener un instinto que tenía la creencia de que era únicamente suyo... Así que el deseo de la más joven se cumplió, siendo rápidamente abrazada por la espalda.

L: ¿Mejor?

M: C-creo que sí

Li comenzó a recordar cómo en las frías noches de invierno, su madre le abrazaba y frotaba la espalda para hacerla entrar en calor más rápidamente, así que en ello emprendió para tratar de abreviar la estancia en esa postura que tantas cosas le suscitaba.

L: Así entrarás más rápidamente en calor.

Frotó arriba y abajo su cuerpo. Posicionó correctamente los brazos de la joven mientras sus manos la frotaban con contundencia por la espalda, por los hombros, por el cuello... por la cintura... por sus caderas...

M: M-me haces un poco de daño frotando tan fuerte...

L: Lo siento, lo intentaré hacer un poco más despacio.

¿Podría ser posible que de forma inconsciente estuviese perdiendo el control de sus manos? ¿Podría acaso ser posible que por primera vez en su vida las riendas se le estuviesen descontrolando? Porque aunque no lo admitiese, aparentemente eso ocurría. 

Sus manos continuaron frotando el cuerpo de la joven vibrante, pero en esta ocasión con más suavidad, detenimiento y meticulosidad. Pasó de nuevo sus manos por la espalda, esa joven y firme espalda que contaba ser de un tamaño medianamente reducido. Frotó también esos hombros delgados y con aparente poca fuerza. Pasó por las costillas, por la cintura, por la cadera, por los muslos...

L: Ya se va notando el calor ¿verdad?

M: ¡S-sí!

Si la profesora supiese el por qué estaba entrando en calor la joven, no sabemos si se detendría y enfadaría, o se aprovecharía y atacaría...
Mei estaba tremendamente excitada, sentir esas expertas manos frotando todo su cuerpo en sentido ascendente y descendente le hacían enloquecer... Y por supuesto, entrar en calor.

Li no era tonta, estaba siendo consciente de todo aquello, pero aún así, le costaba sobrepasar la barrera por miedo a que solo fuesen imaginaciones suyas.

L: Creo que ya has entrado suficiente en calor. Deberíamos ir a dormir.

M: N-no, por favor. Sigue...

Era lógico que ya no necesitaba más calor corporal, pues claramente notó hasta que ambas estaban sudando allí debajo de las mantas.

L: Yo empiezo a tener calor.

M: Yo también, pero no quiero que pares.

Era la señal que necesitaba para atreverse a dar un paso más. Por su parte, Mei estaba atemorizada por el rechazo, pero ver cómo la profesora emprendía de nuevo en la tarea, le corroboraba que no tenía nada de que temer, al menos de momento. A Li le costó, pero se inventó rápidamente una excusa para generar más contacto entre ellas y ver si había rechazo o aceptación, así que levantó un poco su camiseta a la altura de la cadera y tocó esa piel que ya ardía y sudaba.

L: ¿No estás ya lo suficientemente caliente?

Esa era la pregunta con doble sentido que le hacía a esa ya empapada muchachita, empapada no sólo de sudor...

M: Aún podría estarlo más.

Y ahí le devolvió la con doble sentido.

L: ¿Pero deseas calentarte más?

M: Sí, no te detengas...

Li tomó ese "no te detengas" como un salvoconducto inquebrantable que servía para no detenerse en caso de querer emprender una travesía más allá de la marcada inicialmente.

Comenzó a acariciar su vientre haciendo pequeños círculos alrededor de su ombligo, subió y bajó por el centro de la zona abdominal para comprobar si esa clase de movimientos gratuitos eran aceptados, pues ninguno de ambos tenían como finalidad estricta el dar calor... Y la respuesta no verbal a esas caricias, fue la de Mei juntando por detrás sus caderas a las de la profesora, y generando un rápido contacto que estimuló a la mayor.

Se pasaron así un rato considerablemente prolongado en el que ambas mujeres se daban calor, la una frotándose contra la otra, y la otra acariciando a la una. La excitación no dejaba de incrementarse, ambas de forma subliminal se habían dado permiso para proseguir en esa encomienda, pero ninguna de las dos se terminaba de atrever a sobrepasar esa barrera.

L: ¿Hasta cuando querrás que te siga dando calor?

M: Ahora mismo no estoy pensando en cálculos, la verdad. No he hecho mesura exacta sobre cual deseo que sea la temperatura final, pero seguramente se halle entre el punto previo a la ebullición y el punto posterior al hervor.

L: Esa temperatura es inalcanzable para el ser humano, pero de serlo, tendría que utilizar otros métodos para lograrla.

M: Utilízalos, profesora.

Mei estaba ya al límite, pero completamente convencida y segura de lo que acababa de decir, así que volvió a cambiar su posición y de nuevo retornó a estar boca arriba, pero esta vez, con una profesora que le clavaba una mirada de deseo. Esa mano invasora que acariciaba su vientre, salió del interior de su camiseta para comenzar a darle caricias a sus mejillas, a su frente, a su mentón, a sus labios...

L: Estos se encuentran casi en el punto que deseas de calor. Considero que precisa de otros para lograr lo que buscas.

No pensó en nada más, directamente se lanzó a por ellos enfrentándolos en bravo duelo contra los suyos. Tomó su mejilla derecha y la acarició mientras descendía al centro de sus clavículas, posicionando allí mismo la mano, mientras una guerra de lenguas daba comienzo. La una besó a la otra apasionada y desesperadamente, la química de sus feromonas fue rápidamente transmitida al cuerpo de la contraria a través de las glándulas receptoras de su boca, era casi como si solo necesitasen de esos torrentes para mantenerse hidratadas... como si ambas hubieran encontrado en la otra ese factor X que les hacía sentirse incompletas, pasando con él a despejar todas sus incógnitas. Ya no había necesidad de limitarse, ya no existía ese querer y no poder... ya estaban dejando que la naturaleza actuase por ellas. Aún así, Li se reservó el margen de la duda.

L: ¿Suficientemente caliente?

M: Sí, tanto, que temo que lo más adecuado sería desprenderse de algunas capas.

Li ya estaba dispuesta a dar rienda suelta a cualquier instinto que se le atravesase en su mente. Abandonó esa incómoda posición lateral que sobre el codo le obligaba a estar erguida, y se montó sobre Mei de piernas abiertas destapándola completamente de aquel edredón. Sin explicar tan repentina actuación, se exhibió.

Abrió uno a uno los botones de la camisa de su pijama con gran velocidad, con desespero, con ansias... una imagen particularmente distinta a la calmada que siempre solía tener... Y mostró esa zona que tanta curiosidad le dió antes a la más joven.

La luna creciente que estaba ya casi llena, iluminaba con gran intensidad el torso desnudo de la profesora, alumbrando tan blanquecina piel en contraste con esos particulares senos, que compartían tez con el resto de su busto, mas no así sus erectos pezones, que se atisbaban de una oscura coloración y de tamaño reducido. Mei no solo notó calor en todo su cuerpo debido a la excitación, sino que más aún, en esas zonas que de no ser por el pijama estarían derramándose la una sobre la otra... cosa que le hizo perder el control y todo sentido, careciendo ya del poder de contenerse ante lo que sus ojos veían a tan corta distancia. Había deseado tanto eso durante tanto tiempo que no podía creer que eso fuera real, así que se direccionó con sus manos a corroborar si esto estaba siendo un sueño, tomando cada pecho con una mano y proporcionándoles una suave presión a la par qué pinzaba con extrema sutileza entre sus dedos índice y corazón cada pezón de esa profesora que ya empezaba a acelerar su respiración.

Li disfrutó de lo que sentía que le hacía esa jovencita durante algún minuto antes de tenderse sobre ella para retirarle también la camiseta, acción que no se hizo mucho de rogar. Mei levantó sus brazos para dejarse desnudar por la persona que tanto deseo le causaba, y sin siquiera la más mayor reparar en decantar visualmente esos jóvenes y firmes pechos, se tumbó sobre ellos para fusionarlos contra los suyos causando una suave reacción verbal en su joven acompañante de viaje antes de interrumpirla con un nuevo beso mucho más invasivo y apretado que el anterior. Ahora mientras la besaba, realizaba un balanceante movimiento delantero y trasero para generar contacto y fricción entre ambos cuerpos que en absoluto necesitaban ya el calor en aquella fría noche en Londres.

Ninguna tenía palabras para dedicarle a la otra, el silencio y los suaves gemidos que se empezaban a desatar en aquella oscura noche eran la melodía acompañante perfecta para aquel acto que tanta gente tacharía de prohibido; no obstante, ambas féminas iban a demostrar lo beneficioso que podría ser estar con una persona con la que te llevas tantos años, ya fuera desde la posición mayor o la menor.

Li abandonó momentáneamente esos ardientes labios para deslizarse apenas unos centímetros más abajo mientras iba dejando un rastro de saliva a su paso por no querer despegar de su boca tan sabroso cuerpo; y justo debajo de su mentón, en una línea perfectamente recta y alineada con sus clavículas, encontró un cuello que ansiaba ser devorado por esa experta y danzante boca. Hizo bailar su lengua en todas direcciones posibles antes de disponerse a marcar la siguiente ruta que tenía como destino esos pechos que no alcanzó a ver cuando se abalanzó sobre ella para besarla, viendo con la tenue luz de la luna unas pequeñas dulzuras rosadas y delicadas tan suaves como la misma seda. El aroma y el sabor de ese cuerpecillo le causaban un efecto psicotrópico en la neuroquímica de su cerebro, lo que coloquialmente se solía decir "estoy ebria de deseo", por lo que tras adorar brevemente las perlas de azúcar que tenía incrustadas de nacimiento en su pecho, tomó cada una con su mano y las juntó todo y cuanto pudo para pasar su lengua entre medias de ambas mientras no quitaba ojo de encima a esa joven mirada poseída por el mismo vicio. 

Presenciar aquello hizo enloquecer a Mei, pues pese a intuir y tener claro de que este tipo de actos van en constante incremento de temperatura, jamás imaginaría lo que sus ojos decantaban ahora mismo. Fijó especial atención en esa tan humectada lengua que devoraba con ferocidad aquel pequeño espacio que se encontraba entre sus senos, sintió hasta calambres recorrer toda su columna vertebral viendo la escena de aquella profesora... Había empezado dicha encomienda con los ojos abiertos de par en par detallando en su registro cada mínima sutileza de los gestos de Mei, pero tras haber derramado cantidad generosa de saliva en aquel lugar y habiéndose corroborado de que aquel territorio quedaba marcado por ella y solamente por ella, terminó por cerrarlos, fruncir el ceño mientras aspiraba cada molécula aromática de su ser y disfrutar de aquella acción más que la misma receptora; pues para ella, era incluso más placentero dar que recibir. Mientras comía, sintió la mano de la más joven pasar por su cuello ascendiendo hasta su mentón como si quisiese levantarle la cabeza de aquella faena que estaba ejecutando; en otras circunstancias y con otra mujer seguramente habría ignorado eso, pero no quería arriesgarse a ir demasiado rápido con Mei, por lo que obedeció al gesto sin dudarlo.

L: Dime qué te ocurre.

M: Qui-quiero...

Quizás no su voz, pero sí su expresión dejó muy en claro qué es lo que precisamente deseaba en ese momento, ya que ese "quiero" iba acompañado de un suave gesto labial ligeramente mordido y una mirada particularmente lasciva a los pechos de Li, cosa que cayó rápidamente en la comprensión de la mayor, que teniendo plena seguridad en todo lo que hacía, supo que aquella jovencita pero atrevida y curiosa muchachita ardería en su propio fuego de no probar por primera vez a qué sabían unos senos maduros... Y eso mismo fue lo que la profesora le ofreció, retornando a la postura inicial en donde la besó, ejecutando un bis de nuevo, para a posteriori estirar su cuerpo encima del de Mei hasta dejar su pecho izquierdo a menos de un palmo de distancia de su cara para que ella misma decidiese que era lo que quería hacer con él, observando y atendiendo a sus acciones.

La joven, pese a estar debajo, se sentía levitar como si estuviese volando sobre un extenso mar anaranjado del atardecer, deleitar visualmente aquello que con gusto describiría como la octava maravilla del mundo era todo lo que necesitaba para sentir que aquel viaje a Londres había sido su mejor experiencia jamás vivida. Miró cada detalle de aquel mediano y perfectamente bien formado seno, incluso ese diminuto lunar que se apreciaba en su parte izquierda casi llegando a la zona axilar... Ese pezón que se encontraba completamente erecto con toda su potencia ahí almacenada, demandaba de forma apremiante ser prontamente devorado.

L: No tengas miedo, todo irá bien. No hagas nada de lo que no te sientas segura, querida.

Mei podría sentir muchas cosas, pero el miedo o el temor no estaba entre ellas, de hecho podría decirse que compartir ese tan íntimo momento junto a Li le hacía sentirse muy tranquila y relajada. Pasó su lengua por sus labios para humedecerlos sin saber muy bien por qué ejecutaba tal gesto, gesto que rápidamente comprendería tras pasar sus brazos por la firme espalda de la profesora para acercarla y beber de la lujuria de su pecho... 

¿Que a qué sabía ese mediano y perfecto montículo? A nada que hubiese sobre el planeta, a nada que la ciencia pudiese explicar, a nada que ni siquiera el más primario de los instintos podría revelar... Piel deliciosa, piel suave, piel dulce con aromas frutales del jabón del hotel, piel tan distinta a la suya... Si los dioses del Olimpo comen néctar y ambrosía, sentirán pena al saber que aquel seno era mucho más delicioso que cualquier delicia que ellos pudiesen crear o robar de los humanos. Mei había dado comienzo a aquella cata pasando muy despacio su lengua para contemplar la reacción de Li, pero en cuanto aquellas feromonas inundaron esa inexperta boca que jamás había recibido semejante torrente de información ajena, notó en el interior de su ser la necesidad de abrir al completo su boca y absorber con un poco más de fuerza aquello que prontamente se convirtió en la cosa que más deseaba sobre la tierra. La profesora era una mujer que muy rara vez dejaba desatar al completo sus instintos, pero en esta ocasión le resultaba casi imposible hacerlo, no obstante se reservó un pequeño margen de cordura por si acaso algo iba mal a mitad de aquel encuentro tan especial, permitiéndose el lujo de regalar a aquella jovencita una melodía de gemidos suaves y armónicos que la hicieron derramar algo más que aquel sudor tan abundante que había en su frente. Conforme las últimas succiones daban a su fin, Li se alejó muy despacio y bajó de nuevo para contemplar a Mei y preguntarle algo.

L: ¿Cómo te encuentras? ¿Deseas continuar?

M: P-por favor, profesora...

Muy decidida a continuar, se incorporó de nuevo y se recolocó para posicionarse entre las piernas de Mei manteniendo su postura erguida, tomando con ambas manos la cintura de la más joven para acariciarla y bajándolas un poco hasta sus caderas para ejercer un poco de presión hacia sí misma, empotrando su pubis contra aquella delicia que se encontraba, al igual que la suya, todavía demasiado vestida... Así que era lógico cuál era el siguiente paso...

L: Voy a ello, ¿vale?

Y ese era el deseo de ambas, por lo que no se anduvo con más rodeos a la hora de deshacer el lazo que ataba esos pantalones que apremiaban ser retirados con prontitud. Los tomó por las gomas elásticas laterales y los bajó poco a poco para no causar gran incomodidad atisbando que su gesto estaba siendo bien recibido, por lo que poco tiempo pasó hasta que se halló sacando aquella prenda de dormir por sus tobillos, desvelándose ante su mirada el cuerpo entero desnudo de aquella chica que tanto apreciaba, cuerpo que rápidamente se transformó en algo que adoró; cuerpo frágil que se encontraba a punto de ser profanado.

L: Ahora relájate, vas a sentirte muy bien. Abre un poco tus piernas.

Mei sentía algo de vergüenza y reparo ante lo que se avecinaba, pero sus ganas y su deseo eran emociones mucho más sobresalientes a las primeras, por lo que la duda le duró más bien poco.
Li atendió a cada detalle de lo que tenía ante sí, esa preciosa y virginal zona privada que tan sólo ella como persona ajena a Mei había visto... De tonalidades rosáceas claras que hacían conjunto con sus pezones, con unas carnosas compuertas casi totalmente cerradas y un clítoris que aparentaba sentirse tímido, ya que no emergía demasiado de su cueva... y todo esto sin ignorar que una muy abundante y diluida catarata se derramaba llegando hasta sus nalgas... y era todo para ella...

La profesora se tumbó boca abajo en la cama posicionando sus brazos por debajo de sus muslos, favoreciendo así la apertura de todo aquello que ya empezaba a olfatear igual que los cánidos salvajes olfatean a una presa recién capturada, y en cuanto tomó la decisión tras sentir que Mei estaba muy relajada, abrió lentamente su boca mientras la posaba en ese festín de pura delicia. La más joven sintió un fuerte escalofrío en su cuerpo entero al notar ese calor y humedad que emergían de la boca de Li, y más todavía cuando percibió a través del sentido del tacto esa lengua que alternativamente trazaba círculos y líneas ascendentes y descendentes, izquierdas y derechas, diagonales variadas y succiones que iban acompañadas de movimientos oscilantes en su cabeza, como si con la fuerza de su cuello tratase de arrancar algo que estaba incrustado en su ser, algo más incrustado que la propia semilla del pecado.

La noche londinense cada vez iba cayendo más profunda, y mientras un país entero dormía, estas dos mujeres gozaban de sus cuerpos en el máximo silencio que les era posible mantener, pues no querían molestar ni armar especulaciones entre los residentes y los trabajadores del hotel. Mei trataba de mantener en vano el silencio, incluso se llegó a tapar la boca mordiéndose su antebrazo, pero Li, aún no pudiendo escuchar la totalidad de sus jadeos, adoraba oír lo poco que se distinguía de esa entrecortada voz que no dejaba de pedir más y más; "está deliciosa" -pensaba mientras bajaba su lengua para nutrirse de aquel jugo que expulsaba esa vagina tan demandante-. En otras circunstancias, la profesora ya estaría direccionando cualquiera de sus dedos a esa entrada, pero prefirió reservarse el gesto, pues sabía que fisiológicamente era algo que las primeras veces solía costar, por lo que mantuvo su tarea con la lengua mientras que la punta de la misma se adentraba de vez en cuando poco a poco en aquel lugar tan ácido y delicioso al mismo tiempo para sentir en su ser cuán apretada estaba.

Mei no cesaba en el contorsionismo de su cuerpo, y pese a que la profesora se tomó esta ocasión casi como una primera toma de contacto sin ningún objetivo concreto marcado, vió como esa jovencita se había tomado en serio aquello, así que sacó su artillería pesada en lo que respecta a satisfacer a una mujer y, bajando las piernas de Mei hasta dejarlas completamente estiradas, pasó sus brazos esta vez por encima de ellas para así poder dar alcance con sus manos a todo ese suavísimo torso desnudo, y en particular, a esos pequeños pechos con los que se sintió en plena libertad de masajear mientras su trabajo en la sección inferior estaba ya por finalizar... Y entonces, mordiendo hasta marcar su antebrazo, arqueó con fiereza su espalda mientras que Li sintió en la punta de su lengua palpitar repetidas veces ese diminuto clítoris que ya no tenía vergüenza de emerger con violencia de su capuchón, exhibiéndole a la más mayor sus capacidades de expansión y contracción, sorprendiéndola gratamente, pues para nada esperaba tal potencia.

Li despegó su chorreante boca de allí y se irguió mirando a Mei con una simpática sonrisa de satisfacción mientras que con su mano izquierda retiraba de su mentón el exceso de humedad... Y antes de que siquiera le diese tiempo a hacer ningún comentario ni gesto extra, la joven se levantó rápidamente pasando sus brazos alrededor del cuello de la mayor y empotrándola contra sí misma hasta dar alcance con todas sus ansias a esos enrojecidos labios que en absoluto se encontraban cansados después de todo aquello, quedando Li postrada sobre ella con una gran gratitud.

Mientras ese beso duraba y se mantenía a lo largo del espacio-tiempo, la profesora bajaba sus manos hasta sus pantalones para desprenderse de ellos sin entorpecer aquel contacto de labios que catalogaría como uno de los mejores de su vida... Ahora sí con este gesto y con lo que a continuación iba a proceder, quedaba sellada la unión entre ambas, pues de ser un encuentro casual con una cualquiera jamás haría lo que a punto estaba de ejecutar, ya que esta práctica la consideraba algo demasiado íntima y personal, pero su mente no albergaba duda alguna, así que en esa misma posición tomó sus piernas de nuevo por debajo de sus muslos para elevarlos casi a su zona pectoral mientras acercaba a sus caderas aquella recién devorada zona que pese al frío, ardía.

L: Disfruta del momento y déjate llevar. Ahora estaremos muy cerca.

Ella también estaba muy derramada, lo notó a la hora de quitarse esos pantalones del pijama que se encontraban considerablemente empapados en la entrepierna, pero pronto esa humedad sería compartida, sería transmitida, sería convertida en una en conjunto con la de su joven amante, sería una nueva y única delicia creada por ambas... sería lo que enloquecería a la profesora.

El contacto se hizo pleno en un santiamén, las experimentadas caderas de Li ni siquiera necesitaron de una guía visual para encaminarse a realizar unión con las de Mei pese a que la noche ya se encontraba en su punto más oscuro.

M: Juntas, profesora...

La petición sería cumplida con devoción, como un deseo que se convirtió en orden, o como una orden que se transformó en su único deseo. Comenzó una apasionante fricción entre ambas, no solo las de ciertos misterios, sino que sus cuerpos en general se frotaban entre sí siendo ayudados por tan abundante cantidad de sudor que había en ambos, sintiendo Li que se había desatado al completo al notar como su expandido y endurecido clítoris se adentraba un poco en los labios menores de Mei, esos labios tan húmedos y calientes que pese a encontrarse agotados por la actividad que acababan de recibir, no les faltaban ganas para seguir experimentando con esa mujer por la que sentía adoración; quizás ya no pudiese terminar de nuevo en esta ocasión, pero sentía demasiada satisfacción viendo gozar a aquella dama que en apariencia había perdido completamente los estribos. El vaivén de embestidas era frenético, la más joven jamás imaginó que una mujer tan calmada como lo era Li tendría nunca tanta capacidad de aguante y tanta fuerza en ese cuerpo que, desnudo, se veía ligeramente fibrado.

La profesora la besó repetidas veces, y cuando el clímax estaba a punto de hacerse presente, expresó unos cuantos gemidos que sobrepasaron los decibelios que ella consideraba que eran los correctos, dándose cuenta al instante y bajando su cabeza hasta la clavícula de Mei donde atendió no asalvajarse para no morderla, práctica que secretamente era bastante habitual en ella, y la besó con tantísima fuerza, durante tanto rato y con tanto denuedo que terminó igualmente por marcarla, aunque sin dolor.

L: V-voy a...

M: Por favor...

Mei ardía en deseos de ver ese espectáculo, así que soltó los brazos del cuello de Li y los pasó por debajo de su torso para acariciar sus pechos y su cintura, haciendo que la más mayor se mordiese sus labios con tal de contener el grito que posiblemente habría dado en caso de encontrarse con mayor privacidad, un grito que correspondía y hacía juego con unas cuantas embestidas muy fuertes que proporcionó a la más joven, aguantando en agónicas respiraciones ese tremendo y potente orgasmo que se hizo presente en su cuerpo, nublando por unos instantes todos sus sentidos.

Li quiso preservarse aún habiendo terminado ya en esa postura durante un minuto, quiso guardar ese momento en su colección de acontecimientos importantes e irrepetibles en su vida. Estaba casi completamente paralizada encima de Mei, sintiendo como sus pulsaciones se iban calmando, como su sudor se iba secando, como sus clítoris se iban contrayendo, y como finalmente aquel acto tan secreto quedaba sellado por ese último beso que se dieron en esa posición... Hasta que la profesora se dejó vencer del lado derecho, cayendo boca arriba en la cama. Aún con la respiración un poco agitada, le dijo a Mei lo siguiente.

L: ¿Cómo te sientes, querida?

M: Me siento levitar como una pluma.

Tras esa pregunta y afirmación, Mei le robó un tímido beso, beso que fue correspondido por la profesora poniéndose de lado frente a ella abrazándola con su brazo y su pierna izquierda, abarcándola al completo. El frío se comenzaba a notar, pero no lograban adivinar dónde estaba el pijama de cada una, mas poco importaba aquello, pues preferían sentirse abrazadas desnudas bajo las cálidas mantas de plumas que allí tenían... Y ambas cayeron en las redes de Morfeo a gran velocidad...

La alarma tardó más bien poco en sonar, apenas habían descansado una hora u hora y media como mucho, pues se habían pasado toda la noche haciendo el amor. Por la ventana, se contemplaba un rosado amanecer introducirse a través de ella; un amanecer tan distinto al del día anterior que quedaría sellado para siempre en sus memorias. 


NOTAS DE LA AUTORA

Este es un fanfic excepcional que he hecho especialmente dedicado para una artista muy especial que me ha solicitado esto como petición personal. Jamás he visto este anime, jamás he tenido el placer de conocer a las personajes, pero tras algunas descripciones suyas y algunas imágenes, pude hacerme rápidamente a la idea de cómo podría encajar su ship. Como dato personal, y pese a no conocerlas, me ha resultado muy cómodo escribir sobre ellas, no he sentido ninguna dificultad y me ha salido demasiado natural, por lo que sólo por eso, seguro que me animaré a verlas en su anime, ¡quién sabe! 

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

-@BangDacy: De nuevo, muchas gracias por tu apoyo y confianza. Ha sido un placer hacer esta colaboración contigo. También te mando toda mi estima por haberme sacado de mi ship de confort y haberme hecho enfrentarme a lo desconocido. Estoy deseosa de hacer colaboraciones futuras!! 

NOTA

Y ya sabéis para los seguidores de mi historia tradicional de Zelda x Urbosa… ¡¡Nos vemos en el capítulo 6!! 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Creando a una matriarca (pt. 1)

Capítulo 10. URBOSA X ZELDA